De aprendiz a salvadora de un icono: renacimiento de La Estrella

En pleno corazón de Barcelona, una pastelería con más de 200 años de historia ha vuelto a brillar gracias al empuje y la visión de una veinteañera. Su historia es la de muchas jóvenes con pasión por la pastelería, pero también una lección de cómo equilibrar la tradición con la evolución.
Un desafío a la altura de su historia
Cuando decidió asumir el traspaso de La Estrella, no lo hizo a ciegas: había trabajado allí durante tres años. Sabía que se enfrentaba a grandes expectativas. “No quería que la gente viniera solo por nostalgia. Quería que los pasteles también hablaran por sí solos”, explica.
El respeto por las recetas tradicionales es la base de su propuesta. “Hago pastelería clásica, pero con mi toque personal, sobre todo en la decoración y el sabor del bizcocho”, cuenta. Ese pequeño giro marca la diferencia y es algo que, según dice, los clientes detectan al primer bocado.
Volver a conectar… y atraer nuevas generaciones
Gracias a su paso previo por el negocio, muchos clientes habituales la recordaban y volvieron. Pero no se detuvo ahí. Las redes sociales y una carta que incluye clásicos internacionales como cheesecake, red velvet o brownies han captado también la atención de un público más joven.
“Queremos que cada persona encuentre su postre favorito”, dice con determinación.
El secreto: tradición, constancia y buen producto
“Para que te recuerden entre cien pasteles, necesitas un toque original y mucho cariño”. Esta frase resume su filosofía. Sabe que mantener una producción constante y una calidad impecable es vital para seguir vigente y evolucionar.
La confianza en un aliado: Ken
Cuando se le pregunta por sus proveedores, lo tiene claro:
“Ken tiene los mejores productos lácteos. Su nata es la mejor que he probado y la leche entera ecológica es increíble. Pero lo que más valoro es el trato: mi comercial Miguel Ángel es un 10”. La atención personalizada y resolutiva, incluso fuera de horario, ha sido clave para que se sienta respaldada en todo momento.
Esta joven pastelera no solo ha recuperado una parte del patrimonio gastronómico de Barcelona, sino que ha demostrado que el relevo generacional puede ser exitoso cuando hay pasión, compromiso y buenos aliados. Su historia es una inspiración para todos los que creen en mantener viva la tradición sin renunciar a su propia identidad.